"Si nos aseguramos que el maestro enseñe a los niños a leer y ser curiosos, los libros jamás desaparecerán"
Ray Bradbury



viernes, 4 de marzo de 2011

“Piquito Tacuarí”


AUTOR: MARIA DEL CARMEN VILLAVERDE DE NESSIER.
GÉNERO NARRATIVO: Cuento.
Nombre: “Piquito Tacuarí”.


“Los esposos Tacuarí invitan a conocer a
sus hijitos: Piquito – Laralí – Tiyú – Cuchurrita
y Piiií, nacidos ayer en el bolsito de Totó, el
espantapájaros de la quinta de Anastasio Paredes,
después del mojón 434.”

AQUÍ – ENERO DE 1992.



Así decía la tarjeta que recibió la familia Cuis con motivo de mi nacimiento, acontecimiento que llenó de alegría al pago lindo de mis papás.
Cuando nací, después de quince largos días de espera de mamá, le nacieron también a Totó unos ojos brillantes que antes no tenía y que se llenaron de ternura a verme.
Enterada la familia Lorolán, se distribuyeron las zonas de todo el pago y los loritos lo recorrieron todo anunciando la nueva. Estábamos desplumados y con mucho apetito. Papá y mamá no hacían mas que correr de aquí para allá buscando arañitas, larvas y otras yerbas para llenar nuestros piquitos abiertos: ¡Pi  i í í…! ¡Pi í í! ¡Ni se imaginan la cantidad de amigos que llegaron hasta los árboles vecinos! Todos trayendo para la mamá y los recién nacidos un sin fin de presentes… Si vieran el ramillete de canciones que nos entregaron los canarios. Con ellos ya empezamos a preparar un concierto coral para el día de mi cumpleaños.
Los picaflores dejaron en el bolsito de Totó una enorme bolsa de perfumes que mamá guardó para los atardeceres. Las comadrejas trajeron un plumón de aromitos, los benteveos una caja grande de bichitos perdidos, las chicharras todas sus cascaritas.
Desde que mamá me dio las primeras lecciones del mágico arte de volar, no hago más que volar y volar. Por las mañanas me paro en la ventana de mi amigo Germán y canto alegremente con todos los gorgoritos de mi garganta… ¡Mmmmm!, cómo me gusta descubrir sus ojos picarones buscándome a través del vidrio junto con su hermanita y sus amigos. Pensando en ellos y con la colaboración de mis hermanos que tocan muy bien la flauta, preparamos un concierto matinal que desde hace unos días les regalamos a los chicos y a los grandes del pago.
Sueño con ser solita en la “Tonada de la tarde” pero mi mamá dice que me faltan tantos ensayos; yo no me aflijo, total estoy practicando bien: ¡A… a…… a……! ¡I… i…… iiiiii……! ¡U… Uuuu…..uuu……!
Ayer hicimos en casa una reunión de familia y me dieron un pedacito de tiempo para interpretar un solo. Los aplausos y la brillante emoción de los ojos de mamá me indicaron el éxito y los progresos del aprendizaje. ¡Mmmmm!, ¡Cantar es una fiesta…!
Lo más emocionante es saber que en el último atardecer de noviembre, Coqueta Calandria, mi profesora, me tomará la prueba final. Si todo sale bien seré solista en la “Tonada Coral” de Navidad. ¡Qué bárbaro!, los gorjeos de mi voz irradiándose en círculos interminables hacia el sol y los cohetes del espacio ¡Pi pi pi pi…! ¡Pi pi pííííí…!
Todas las mañanas sigo los ensayos y para que mi voz sea cada vez más luminosa, mamá Tacuarí me prepara agüitas dulces de pétalos de flores que tienen especiales cualidades tonales.
Cuando pienso en el exámen me pongo triste y alegre y… dudo un poco, no sé cómo me irá… Papá, animoso, me estimula:
-         “Vamos Piquito, ¡la perseverancia siempre, siempre se ve coronada por el éxito! Yo te aseguro que te estás preparando bien.”
…Ya faltan sólo veinticinco horas… ¿Me presento…?, ¿No me presento…?, ¿Me presento…?, ¿No me presento…? Con mi hermanita Tiyú deshojamos recién una petuña celeste y salió que “sí”.
El día marcado con un redondel en el almanaque llegó por fin.
-         “Buenos días señorita Calandria” (mi voz casi no se escuchaba por el miedo que tenía, temblaba un poquito, pro un poquito nada más).
-         “¿Qué tal Piquito?, ya está todo listo; aquí en este rinconcito cantarás tu final a mis hijitos y a tus primos que invité para que tengas público.”
-         “Yoooo…, yo no sé si podré…, señora me parece que… - pero…, en ese momento pensé en los ojos brillantes de mamá cuando me despidió con un beso lleno de fortaleza y escuché la voz segura de papá que decía: “¡Vamos, adelante, siempre adelante!”… y exclamé: “¡Ya podemos empezar señora, siento todos los tonos vibrando en mi garganta!”.
Y canté y canté con entusiasmo, con alegría, con decisión y, al terminar, mi profesora, Coqueta Calandria, me abrazó emocionada, mientras los aleteos y gorgoritos del público me envolvían entero.
Realmente fue un gran triunfo para mí. Sin perder un minuto y saludando a todos, me fui volando a ofrecer ese regalo a mamá y papá que me llenaron de besos y grititos emocionados.
En Navidad canté mi “solo”; ¡MÍ SOLO!, si, ¡mí SOLO! ¡solo! y… por el cielo de la tarde todas las notas viajaron alto, alto…
Desde entonces integro el coro de los conciertos festivos de la “Tonada Coral” del pago lindo de mis papás.




MARÍA DEL CARMEN VILLAVERDE DE NESSIER.
Del libro “PIQUIRIQUITRAQUE”, editorial Bonum Buenos Aires.

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